Curando A Un Osito De Peluche.

Hace unos meses llegó a Villa Rústica un osito que tenía cerca de 50 años. Su dueño me pidió que le curara el brazo y que le hiciera una revisión completa para que no se volviera a poner malito, al menos por un tiempo, ya que con su edad era muy difícil no caer enfermo...

Lo primero que había que hacer era salvarle el brazo...


Lo ven, ya estaba mejor... pero aún no sonreía. Así que para que se sintiera mejor le cepillé todo el pelo, le devolví el brillo a sus ojos, le bordé los deditos de las manos y las patitas, y le zurcí todos los huequecitos que fuí encontrando por su cuerpecito...

...Y para mi sorpresa, mientras lo curaba, empezó a ronronear como un gatito. Era un sonido muy débil... ¡¡¡Tenía que conseguir que gruñera más fuerte!!!

Observé con mucho cuidado de dónde salía su sonido. Después de una operación delicada, volví a oir su voz, que por fin sonaba más fuerte.

Ahora había que rellenar su cuerpecito con algo que permitiera que su voz se oyese alto y claro.

Y después cerramos todas las heridas con unos puntitos de sutura. No le dolió nada. Durmió todo el rato...

Así que, como estaba dormido, aproveché y le arreglé el hocico para que pudiera oler mejor.

Casi, casi le hice la cirugía estética. Le puse relleno nuevo para darle forma al morro, le bordé una nariz, una boca...

...incluso tuvo una sesión de acupuntura gratis!!!!

Cuando despertó ya tenía nariz y boca nuevas, pero no podía sonreir por la anestesia.

Cuando se recuperó me sonrió sentado en mi cuarto de costura.

Recuerdo que cuando fui a devolvérselo a su dueño, yo lo llevaba en brazos como si fuera un niño. Me miraba, sonriendo y me hacía sentir muy feliz. La alegría que sintió aquel niño grande cuando volvió a ver a su oso de peluche hace que valga la pena realizar un trabajo tan bonito como éste.